BORN TO BE BLUE

De cuando Chet Baker aprendió a llorar... de verdad

Chet hizo del canto lacónico de su trompeta y de su voz un himno. Supo utilizar sus limitaciones técnicas en beneficio propio. Esto le obligaba a jugar con el tempo lento, con notas largas y dispersas, a cantar canciones bellas y lastimeras, elementos que lo convirtieron en baluarte del West Coast, al tiempo que le proporcionaron un aura de misticismo. Esto, unido a su look juvenil (le llamaron el James Dean del jazz) le otorgó una imagen de romántico perdedor que lo aupó a la fama, incluso entre aquellos (especialmente mujeres) a quienes no interesaba el jazz. Tuvo que esforzarse poco (técnica y personalmente) para alcanzar esta fama y sólo cuando las cosas se le torcieron tuvo que darlo todo, esfuerzo y sufrimiento, para volver.
Todo se le dio tan fácil en la música. Creo que ese fue uno de los problemas. (Dick Bock, fundador de Pacific Jazz Records, interpretado en la película por Callun Rennie)
Born To Be Blue (Rober Budreau, 2015) narra este episodio de la vida de Chet Baker, cuando a causa de una deuda por drogas, unos matones de San Francisco le parten la mandíbula y los dientes delanteros. Esto, para un trompetista, significa perder la capacidad para soplar. Con prótesis o sin ellas, todos sus años de aprendizaje se perdieron con aquella brutal paliza. Esta película habla de autodestrucción y de sordidez, pero también de volver a empezar.


Algo a advertir es que no suena la música de Chet en la película. Como buena ficción, todo está reconstruido: Ethan Hawke canta (parafraseando el título) y el canadiense Kevin Turcotte (sideman de Don Byron, Tito Puente, Dave Holland...) pone sonido a la trompeta de Chet/Ethan mientras que el piano y los arreglos jazzísticos de la banda sonora corren a cargo de David Braid. El resultado es aceptable y el espíritu de Chet parece sobrevolar la cinta con su laconismo y su sentimiento. Parte de esa reconstrucción es también Jane Azuka, personaje ficticio interpretado por una convincente Carmen Ejogo y que no es sino un epítome, una síntesis de las mujeres que estuvieron con Chet, que le amaron, que le cuidaron, que lo intentaron... Es aquí quizás donde más se nota la libertad que se ha tomado el guionista y director para hacer la película: Chet estaba casado con Carol Baker en aquel año (al no poder tocar, tuvo que pedir una asistencia social de 320 dólares al mes más 130 en cupones para alimentos) y a quien más se parece el personaje de Jane es a Ruth Young, amante inició su relación con Chet en 1973.


Pero Ethan Hawke como Chet también es un invento. La melancolía de sus ojos juega a su favor, nos encanta ese gesto tan Chet de pasarle dos dedos por los labios después de tocar y el papel no exigía más que algo de tristeza y saber llorar. La documentada fotografía pone lo demás: encuadres de las actuaciones en Birdland (Chet Baker and his trumpet, siempre me ha gustado la ingenuidad de estos eslóganes), la reconstrucción en cine de fotografías de William Claxton y, mucho más reales, los escenarios de San Francisco, los estudios de Pacific Jazz...

Kevin Hanchard
es Dizzy en el film
La película comienza con el debut de Chet Baker en Birdland en 1954, con la presencia de Miles Davis y Dizzy Gillespie. [Ojo: lo que sigue podría considerarse spoiler] La historia de Chet es la historia de su musa en la película, su lucha contra la adicción (que le hace feliz y le permite encontrar las notas) y contra la prótesis, se centra en "Summertime", uno de sus himnos y aquí su caballo de batalla. Sólo cuando domina "Summertime" consigue, gracias a la ayuda de Dizzy Gillespie, volver a Birdland a actuar, a recuperar su carrera. El climax es, por supuesto, "My Funny Valentine". Esto ocurrió realmente en 1973. De su posterior exilio en Europa sólo se sugieren pistas en la película, aunque todos sabemos que Europa no fue un paraíso para Chet a pesar de que dejó muchas y muy buenas grabaciones allí, además de esa eterna y clásica discusión acerca de si uno prefiere el sonido de Chet con dientes o sin ellos.

Entretenida ficción, en resumen de la vida de Chet, con demasiadas dosis de ficción. Si prefieren un documental, vean el de Weber (les impresionará por su crudeza) y si quien profundizar en la vida real de Chet lean a James Gavin. Esto es sólo cine... con jazz.