DRUM BATTLES vol. II

Rich versus Roach

Después de hablar de la batalla de baterías entre Buddy Rich y Gene Krupa, no podía dejar de reseñar este disco llamado Rich versus Roach, que es también el sueño de todo amante de la percusión hecho realidad, porque ¿quién se resistiría a un encuentro entre el mago Rich, profesional y técnicamente incontestable, y el cerebral, intelectual y emocionante Roach? Dos puntos de vista enfrentados, dos tíos con palos en las manos...
El disco contiene temas tocados por los quintetos de Max Roach y de Buddy Rich independientemente. Los grupos se alternan de una forma muy curiosa, con el quinteto de Buddy Rich sonando por el canal izquierdo y el de Max Roach en el derecho. El resultado es una especie de enciclopedia ilustrada de todo lo que dio de sí la batería hasta los años 50. Roach, como es habitual en él, incluso apunta hacia el futuro, exponiendo teorías rítmicas vanguardistas que explotarían al año siguiente en su suite We insist! (Candid, 1960). Es como un partido de tenis, pim, pam, en el que ganan los dos.


Tengo mi preferido, claro, como todo el mundo, y prefiero la delicadeza, la emotividad, por expresarlo de alguna manera, de Roach frente a los fuegos de artificio de Buddy Rich, pero creo que el empate técnico es el final justo de la batalla. No hay ni un minuto de desperdicio en este álbum. Totalmente recomendable.
La única pena es el poco margen que los protagonistas dejan al resto de los instrumentos. A pesar de eso, aquí está el personal de los dos quintetos: 

The Buddy Rich Quintet: Buddy Rich (batería) Phil Woods (saxo alto) Willie Dennis (trombón) John Bunch (piano) Phil Leshin (bajo acústico) The Max Roach Quintet: Max Roach (batería) Stanley Turrentine (saxo tenor) Tommy Turrentine (trompeta) Julian Priester (trombón) Bobby Boswell (bajo).

Toma y daca. Hay otras batallas de bandas y de bateristas, pero esta es genial. Y más exhaustiva que la de Rich y Krupa, porque esta dura más de una hora. Cuando uno acaba de escuchar el disco, más de uno, como yo, se preguntará por qué no aprendió a tocar la batería cuando tuvo oportunidad. Es imposible no dejarse llevar por la lujuria tribal de este instrumento.